lunes, 26 de diciembre de 2011

Ellos

Nunca voy a ser uno de ellos. Nunca. Nunca voy a pensar como ellos, nunca voy a vivir donde ellos viven. Yo soy” alguien”, yo puedo respirar  y decidir al mismo tiempo, yo soy libre.  Y soy libre porque nací en un lugar y no en otro, porque tuve la ridícula suerte de ser un espermatozoide buscado en un barrio pituco y no un polvo descuidado en una casa de chapa. Ya está, ahí empezó mi suerte. La suerte de tener a mi padre y a mi madre, la suerte de tener derecho a pensar, la suerte de proyectar, la suerte de posponer.
¿Y ellos? ¿Los que perdieron? ¿Los que fueron un polvo descuidado? Ellos no valen casi nada porque no son dueños de nada, son, como dice Galeano, “nadies”. Ellos son los Humanos a quienes se les pisotea sus Derechos, los que pagan treinta cuotas por un celular último modelo, los que andan descalzos siempre. Alguien una vez me dijo: “La sociedad no puede esperar nada de aquellos a quienes la sociedad nunca les dio nada”. A ellos, ¿qué les dieron?, ¿quién los cuidó?, ¿quién les enseñó? Ellos, ¿qué tienen que hacer?, ¿tienen que respetar nuestros derechos cuando nadie respetó los suyos?, ¿tienen que resignarse a ser para siempre “los que no tuvieron suerte”?
A mí no me tiembla la voz para decir que los entiendo y los defiendo. Defiendo a esos que roban y matan, porque a ellos los matan todos los días, porque ellos son las víctimas y no los victimarios, aunque los noticieros disfruten jurando lo contrario. Tampoco me tiemblan las patas cuando digo que los defiendo desde acá, desde el barrio acomodado y pituco, porque sé que no tengo el coraje del Che ni la convicción de Fidel. Una vez más, no soy, ni quiero ser uno de ellos.
¿Y ellos? ¿Los que son todos iguales? ¿Los que son invitados a retirarse de los shoppings? Ellos no son los violentos, violentos son los que determinan que ellos sean los violentos. Violento es el tipo que vive en su casa enrejada, que tiene como móvil de su vida la multiplicación de sus bienes y que todavía se arma para hacerle frente a cualquier chorro que quiera quitárselos. Los chorros son ellos, para ese tipo el mal son ellos, ellos que no trabajan, ellos que están colgados del cable, ellos que se drogan. Ellos son pobres porque quieren. A ellos les damos monedas, pero a nosotros que no nos molesten.
Una persona, hace mucho tiempo cuando yo era chiquito, me dijo: “¿por qué ellos no nos empiezan a tirar piedras?, ¿por qué se quedan tranquilos y pasan con sus carritos sin decirnos nada?, ¿por qué nosotros tenemos y ellos no?”
Félix Guattari, filósofo francés, plantea en uno de sus trabajos: “A mí no me sorprende que un pobre robe o que un trabajador explotado haga una huelga, a mí me sorprende que no todos los pobres roben, que no todos los explotados estén de huelga”.
Muchas veces me pregunto hasta dónde voy a seguir con esto, cuánto falta para resignarme a aceptar la posibilidad de ser para siempre rico y ellos, para siempre pobres. No lo sé. Pero sí estoy seguro de lo que pienso. Sí estoy seguro de ser un gurí con principios y ¿saben qué?, puede ser la cosa de la que esté más orgulloso en mi vida.
Ojalá un día vengan. Ojalá un día vengan de golpe porrazo todos los pobres y los explotados. Que Dios nos proteja a “nosotros”, que de eso sabe bastante.

Mis abuelos. Ellos me dijeron esas dos frases. Hoy ya no están. A los dos, muchas gracias.

martes, 20 de diciembre de 2011

¿No será ateo, Dios?

“La religión y yo”. Ese podría ser el título de esta entrada, aunque finalmente me decidí por esta frase cortita, sugerente y crítica de un señor que se llama Galeano que por más que yo me esfuerce en independizarme, él se empeña en hacerme coincidir con sus ideas. Podemos ordenar el texto en dos partes, empezando por el vínculo que he tenido a lo largo de mi vida con la religión (con el cristianismo más precisamente) para luego explicar la elección del título que lleva el artículo.
Sintetizando un poco, puedo decir que mi infancia fue (gracias a Dios) laica y buena parte de mi adolescencia, católica. Pero mi entorno, mis cosas, mis pensamientos, mi fe, siempre fueron laicos. Siempre. En la escuela somos niños y mientras Dios no se metiera con nuestra pelota, nosotros no nos metíamos con su Reino y sus cosas raras. ¿La verdad? Extraño mucho ese pacto, era sencillo y justo, o por lo menos así lo sentíamos. Fue, como con tantas otras cosas, ese huracán adolescente lo que arrasó con miles de juicios preestablecidos. Aparecieron los hermanos menesianos y nos ofrecieron los valores cristianos que les había enseñado Dios. Me propuse aceptar esos valores (cuya mayoría me resultan muy humanos) y darle una posibilidad a Dios. Fue algo así como un: “Yo qué sé, en una de esas el tipo existe y se encarga de terminar con el hambre, las guerras y las injusticias”.
De todas formas, tengo que confesarle a Dios que nunca pude creer en Él. De la boca para adentro, nunca le creí. Y miren que tuve oportunidades para conocerlo eeh. Pascua, Pentecostés, Semana Santa, Última Cena; pero nada, el tal Dios siempre aparecía envuelto en un misterio Divino, prometiendo grandilocuentes transformaciones que nunca se cumplían.
¿Y si no existe? ¿Y si es un invento del hombre para explicar lo que no entiende y quedar limpio de responsabilidades? ¿Y si es un negocio que crece de la ignorancia de la gente?
¿Y si existe? Si de verdad está ahí arriba, ¿por qué no baja más seguido? ¿Sabe de las guerras que hay en su nombre? ¿Sabe de los evangelios apócrifos? ¿Sabe que la Navidad es la fecha  que más enriquece a los mercaderes que su hijo Jesús echó del templo? ¿Qué pasa con los más desposeídos? ¿Ellos no eran los primeros en entrar al Reino de Dios? ¿Dios, dónde queda tu Reino?
Ahora ser agnóstico está de moda, vende bien. Es no afirmar ni negar la existencia de un Dios, pudiendo compartir o no el culto a una religión. Es respetar a las religiones que surgen de procesos reflexivos pero también es declarar la inaccesibilidad del hombre para alcanzar cualquier conocimiento que exceda lo empíricamente demostrable. Hay una frase de Benedetti que ilustra perfectamente (con la simpleza que lo caracteriza) esta postura: "Yo no sé si Dios existe, pero si existe, sé que no le va a molestar mi duda". Suena bien, ¿o no? Entonces la pregunta está planteada, ¿agnóstico o ateo? ¿escéptico o decidido? Hace un tiempo, la respuesta hubiese sido “agnóstico sin dudas”. Hoy ya no. Hoy soy un ateo con dudas. Con dudas porque capaz que el tal Dios existe, pero de todas formas no le creo. Hoy veo a Dios en el Padrenuestro de los pobres, hoy veo a Dios en una Iglesia al lado de un cantegril, hoy veo a Dios en las monedas de la limosna y en el reflejo de los lingotes de oro en el Vaticano. Hoy soy ateo, igual que Dios.

EN PRIMERA PERSONA

Un cielo melancólico acompañó mi infancia
dios era una entelequia de misa y sacristía
con siete padrenuestros y algún avemaría
me otorgaba perdones su divina jactancia

luego poquito a poco fue tomando distancia
y un día me hallé lejos de aquella eucaristía
vi tantas injusticias y tanta porquería
que dios ya no era dios sino una circunstancia

se agravó mi conciencia maravillosamente
y cada vez son menos las cosas en que creo
cuando interpelo a dios se va por la tangente

los milagros se venden de nuevo al menudeo
y así me fui cambiando de buen a mal creyente
de mal creyente a agnóstico/ y de agnóstico a ateo

                                                       Mario Benedetti

lunes, 12 de diciembre de 2011

Tinelli y la fórmula del éxito

Sin ánimo de exagerar ni un poquito, cuando a cualquier hijo de vecino le preguntan qué es el éxito, con dos palabras la respuesta queda concluida: Marcelo Tinelli. Él es la representación humana de esa idea metafísica que al hombre lo ha desvelado siempre. Hoy el éxito es él, una vez más, sin exagerar ni un poquito. Es el cacique de los indígenas, o más bien el europeo que los conquista y los somete, es el Rey de la monarquía, es el aristócrata-burgués del liberalismo, es el que domina los medios productivos del capitalismo. Todo eso es Tinelli.
Tinelli es el dueño. Es el dueño de la plata, del poder, de los programas satélites que giran alrededor del suyo, de la moda, del culo y de las tetas. Eso, hoy, es puro éxito. ¿La fuente de esta afirmación? Quien escribe. Está tan alto en la escala jerárquica, que el bien y el mal tampoco lo alcanzan. Los supera, les gana. Hasta las aberraciones más intolerables son entendidas y compartidas por sus televidentes. Porque él también es dueño, y tal vez sea su propiedad más codiciada, de la opinión de los demás, de la opinión de millones de hijos y (lamentablemente) nietos de vecinos.
Hace poco oí que el "señor éxito" tiene una denuncia por tratar como objeto a las mujeres. No sé qué tan lejos podrá llegar eso porque bien se sabe que acá la justicia tiene precio y Tinelli puede pagarlo pero, de todas formas, aplaudo la iniciativa. Entre tanto José María Listorti y enana Feudale, me encanta que algún impertinente se le haya animado. Creo que para todos los que alguna vez vimos su programa, no cabe lugar para mucha discusión acerca de si es cierto el motivo de la denuncia...
Uno de los últimos párrafos dedicado a su programa. Programa machista, guionado, agresivo, que ofrece horizontes que la realidad niega y lógicamente, exitoso, muy exitoso. Es el reproductor masivo de esa concepción de éxito personificada en su conductor estrella. Todas las noches el programa tiene la morbosa costumbre de faltarle el respeto a la gente. Destila elegancia ostentosa, muestra caras perfectas y vende como reales emociones frías y calculadas. "La televisión no es para educar, sino para entretener" suele repetir Marcelo. Mentira, la televisión educa, fomenta y desestimula, homogeiniza y heterogeiniza, castiga y premia.
Empecé el artículo preguntándole a un hijo de vecino qué era el éxito y ustedes vieron lo que me respondió. Una vez le hicieron la misma pregunta a García Márquez, que contestó esto: "el éxito no se lo deseo a nadie. Le pasa a uno lo que a los alpinistas, que se matan por llegar a la cumbre y cuando llegan, ¿qué hacen?, tratan de bajar con la mayor dignidad posible."
Mientras estaba escribiendo este texto, entré a la página de la Real Academia Española para tener una definición formal de "éxito". Me encontré con que "el éxito" es el "resultado feliz de un negocio". ¿Un negocio? ¿Se dan cuenta? Hasta la RAE se está tinellizando!!

miércoles, 30 de noviembre de 2011

¿Qué es esto?

Queridos lectores:
Supongo que en el primer ¿blog? quien ¿bloguea? tiene que explicar a ¿sus lectores? por qué se decidió a abrir su blog. Bueno, mi caso es bastante sencillo. Resulta que solía escribir cuentos pero me aburrieron los finales felices, después arranqué con poesías con tan poco contenido que parecían una canción de Montaner y terminé escribiendo alguna rima simple para una murga imaginaria en la que les juro, voy a salir. Entonces, ¿por qué no salir a escupir todo lo que pienso?, ¿por qué no abrir la ventana?, ¿por qué no?
Sin ningún interés porque se comparta o se discrepe lo que piense, no esperen que sea políticamente correcto y obediente. Si alguien se siente identificado, buenísimo, esa es mi intención. La intención es opinar pero sin olvidar la denuncia, es mostrar pero sin ocultar el compromiso. Si hay que putear, se putea y listo.
Algo que me tenía preocupado era el tema del blog. De qué se va a escribir. Podía ser política (me gusta), filosofía (muy difícil), medio ambiente (muy trillado), deportes (siempre están). Eso sí: todavía no estoy ni cerca de definirlo. Lo que puedo decir sin que me tiemblen las patas, es que la sensibilidad va a estar siempre sobre la mesa, o si quieren, sobre el renglón. El o la que quiera saber quién se fue del Bailando o qué dice el horóscopo, los magazines matutinos de los canales abiertos son la mejor opción. Acá, cuando se toquen esos temas, no será precisamente para elogiarlos.
Tampoco tengo idea cómo será la regularidad de los posts. Postear por postear está totalmente descartado. Me gusta la idea de una entrada semanal aunque no sé si podré cumplirla.
Ah, casi me olvido. Soy estudiante, me encanta la Salus Naranja, odio ir al shopping (salvo a comprar Salus Naranja) y mi mejor amiga se llama Ironía.
En fin, acá va mi blog. Acá se reflexiona y se critica pero sobre todo, se siente. Acá las cosas se dicen sin ningún filtro cristiano y perfecto. Acá las frases caen y se ubican claras, renglón por medio.

Arriba!!