martes, 15 de mayo de 2012

El día que se agote el tiempo

Desde que existe el tiempo, el hombre ha tenido la estúpida costumbre de creerse su dueño. Lo cree, y en parte lo es. Puede transformar lo que el tiempo hizo, puede decir lo que le conviene de lo que hace, y hasta puede predecir, atenuar o explotar lo que el tiempo hará. Pero hay algo que no puede hacer; no puede evitar que camine. No puede liberarlo como los billetes ni estrangularlo como los salarios. El tiempo siempre camina al mismo ritmo, tranquilo porque sabe que es él quien vive al hombre y no al revés. Vive pasando, haciendo y deshaciendo, llegando y volviendo. Y lo que más asusta al hombre es que un día el tiempo, de tanto pasar se canse, y se tire a descansar un par de milenios, o el tiempo que el tiempo disponga.
Y ese día se va a agotar en disculpas.
Perdón le van a pedir los padres a los hijos y los hijos a los padres. Perdón le van a pedir las computadoras a las plazas y a las playas, y los cirujanos a las famosas, y las cremas a las arrugas por intentar detener el tiempo. La Iglesia le va a pedir perdón a los homosexuales, a los negros, a los indios, a los ateos, a los cristianos.
Van a pedir perdón los celulares por alejar a las personas. Europa se va a disculpar con América por haberle robado su salud mientras le vendía enfermedades. Los Derechos Humanos le pedirán perdón a los humanos sin derechos. Los préstamos no cobrarán intereses en sus disculpas hacia los deudores y el marketing dirá perdón a los deudores por ponerle un precio a sus deseos menos necesarios.
Las mentiras pedirán perdón a las palabras y las palabras se disculparán con  las verdades y el tiempo les pedirá perdón por irse sin escucharlas.
Los químicos les ofrecerán su perdón a las frutas por contaminarlas y los vivos a los muertos, por olvidarlos con el tiempo. Los Estados Unidos pedirán disculpas por no poder pedir todas las disculpas que deben en un solo día. Los chinos dirán perdón por haber sido tantos y tan parecidos. Nike y Adidas se disculparán con los niños y niñas taiwaneses y el petróleo con las sirenas y con los pájaros, y los humanos con el petróleo y con el mundo, y con el tiempo.
La tierra no tendrá otra que disculparse con todos, el día que se agote el tiempo.