Desde que existe
el tiempo, el hombre ha tenido la estúpida costumbre de creerse su dueño. Lo
cree, y en parte lo es. Puede transformar lo que el tiempo hizo, puede decir lo
que le conviene de lo que hace, y hasta puede predecir, atenuar o explotar lo
que el tiempo hará. Pero hay algo que no puede hacer; no puede evitar que
camine. No puede liberarlo como los billetes ni estrangularlo como los
salarios. El tiempo siempre camina al mismo ritmo, tranquilo porque sabe que es
él quien vive al hombre y no al revés. Vive pasando, haciendo y deshaciendo,
llegando y volviendo. Y lo que más asusta al hombre es que un día el tiempo, de
tanto pasar se canse, y se tire a descansar un par de milenios, o el tiempo que
el tiempo disponga.
Y ese día se va
a agotar en disculpas.
Perdón le van a
pedir los padres a los hijos y los hijos a los padres. Perdón le van a pedir
las computadoras a las plazas y a las playas, y los cirujanos a las famosas, y
las cremas a las arrugas por intentar detener el tiempo. La Iglesia le va a pedir
perdón a los homosexuales, a los negros, a los indios, a los ateos, a los
cristianos.
Van a pedir
perdón los celulares por alejar a las personas. Europa se va a disculpar con
América por haberle robado su salud mientras le vendía enfermedades. Los Derechos
Humanos le pedirán perdón a los humanos sin derechos. Los préstamos no cobrarán
intereses en sus disculpas hacia los deudores y el marketing dirá perdón a los
deudores por ponerle un precio a sus deseos menos necesarios.
Las mentiras
pedirán perdón a las palabras y las palabras se disculparán con las verdades y el tiempo les pedirá perdón
por irse sin escucharlas.
Los químicos les
ofrecerán su perdón a las frutas por contaminarlas y los vivos a los muertos,
por olvidarlos con el tiempo. Los Estados Unidos pedirán disculpas por no poder
pedir todas las disculpas que deben en un solo día. Los chinos dirán perdón por
haber sido tantos y tan parecidos. Nike y Adidas se disculparán con los niños y
niñas taiwaneses y el petróleo con las sirenas y con los pájaros, y los humanos
con el petróleo y con el mundo, y con el tiempo.
La tierra no
tendrá otra que disculparse con todos, el día que se agote el tiempo.
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