miércoles, 14 de marzo de 2012

El que piensa no funciona

Mediados de noviembre de 2011. Fue por esas fechas cuando comenzó a sobrevolar la posibilidad de crear un blog, una especie de ciberdiario íntimo-reflexivo que hospedara, al menos transitoriamente, algunas de las posturas que uno asume sobre ciertos asuntos que considera trascendentes, o a lo sumo, interesantes. Temas que merecen, por su incidencia en la aburrida rutina, un vistazo crítico y problematizante. De eso se trata este blog, de problematizar.
Esta entrada, la novena, se la voy a dedicar por primera vez al móvil conceptual que tiene este espacio. Aquí ya hablamos sobre la influencia de los medios de comunicación, denunciamos las mentiras y el poder del cristianismo, nos ocupamos de la estigmatización social pero hemos olvidado la idea madre que motivó la expresión de todas estas ideas. Es que este blog siempre tuvo el mismo fin, presentarse como un espacio virtual de análisis a partir del sentimiento y no tanto de la información. Pero sobre todo es un lugar (así lo siento yo) para opinar, para plasmar las inquietudes que uno tiene. De esto, justamente, se trata esta entrada, de las inquietudes.
Además del zumbido de los mosquitos y las agujas de los hospitales (aunque eso se acerca más bien al terror), pocas cosas me molestan tanto como comprobar que la gran mayoría de la gente no siente inquietudes. ¿Qué son las inquietudes? Son como bichitos que suben por la nuca y andan revoloteando en la cabeza. Revolucionan a todas las neuronas, despiertan todos los sentidos y obligan a pensar. Algunos las calman leyendo, otros escribiendo y, los más valientes, haciendo. Eso sí, también pueden ser molestas. Algunos de sus efectos pueden ser estrés, impotencia y resignación.
Dije que una de las cosas que más me molestan, y sobre todo que más me entristecen, es que la gente no tenga inquietudes. Las inquietudes están muy relacionadas con el cultivo de la intelectualidad, no con el de la inteligencia. Si asociamos la inteligencia con una facultad biológica, hereditaria, entonces la intelectualidad se vincula con lo social, con el entorno en el que uno se mueve. La intelectualidad, como siempre desde mi perspectiva, es la capacidad de mirar críticamente el contexto que nos rodea, cuestionando las cosas que damos por válidas e “inquietándonos” ante temas que desconocemos. En palabras más sencillas, es el hambre de conocer, de entender, pero sobre todo son las ganas de preguntar. A lo largo de mis posts dejé clarito que soy devoto de las frases cortas, acá va una de mis preferidas: “cuanto más sé, más preguntas tengo”.
Pero falta algo, dijimos que el objetivo del blog es problematizar; bien, hasta hora nos hemos limitado a nombrar y describir lo que son las inquietudes y la intelectualidad, actividad que nada tiene de crítica y cuestionadora. Vamos entonces a hacer referencia, una vez más a la frase que conduce este texto: la gente no tiene inquietudes. Es triste pero cierto. Si tengo un celular touch con cámara y mp3, ¿qué importa si lo necesito o no? Si ese celular navega por internet y me permite saber lo que pasa en el otro extremo del mundo, ¿para qué me sirve saber en qué consiste la globalización? Si ese celular tiene corrector ortográfico, ¿para qué esforzarse en escribir con tildes? No sirve hacerse preguntas si uno no sabe las respuestas. No importa opinar, leer, informarse, discutir, aunque esto nos haga mucho más libres como seres sociales. Esos bichitos joden. Es mejor estar preso de nuestro pedacito de nociones y reflejos.
Voy a terminar esta entrada con un segmento que escribí el día anterior, cuando se me ocurrió este absurdo de tratar a la idea del blog como una idea más del blog.
Tener una opinión, inquietarse por saber algo que uno no sabe. Bosquejar un concepto aunque uno no esté plenamente interiorizado sobre algún asunto, usar el sentido común. Adoptar una postura y defenderla. Cambiarla cuántas veces sea necesario pero preocuparse, plantearse metas que vayan más allá de ganar un buen sueldo, mandar a sus hijos a la escuela e irse de vacaciones en enero.

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