domingo, 4 de marzo de 2012

Leyendo a Galeano

A veces tiene una poesía tan terminante que asusta, da la impresión que el hombre no es ni un poquito feliz mientras exista lo que él bien llama “el sistema de poder”. En su afán por enumerar sus principios en una especie de declaratoria irrefutable, comete algunas generalizaciones que no son ciertas. Sí, todo eso es verdad. No siempre los indios son buenísimos, los policías asesinos y los políticos corruptos que no tienen otro propósito que vender el país para comprarse mansiones de verano. Los indios también se destripaban entre ellos, existen policías que intentan hacer valer la ley (por más injusta que esta sea) y hay políticos que pelean por sus principios aún contra toda la burocracia legal que existe en esta Latinoamérica.
A pesar de todo esto, cualquier libro de Galeano es un disparador intelectual que nos lleva a cuestionarnos muchas cosas tan naturales y cotidianas que han ido ganándose una sacralización totalmente injustificada. Leer a Galeano es crecer como ser humano capaz de juzgar (desde una moral alternativa a la imperante) lo que sucede a su alrededor. Pero también es la feliz demostración de que existe un tipo que piensa lo que dice pero, sobre todo, que dice lo que siente. Mientras tanto, y es cierto que a veces caricaturiza en demasía sus fundamentos, se anima a plantear un mundo alternativo que tenga como punto de inicio la ausencia de varios pilares de la sociedad contemporánea. El consumo, la violencia, el machismo, el racismo, la destrucción del medio ambiente, la injusticia, la desigualdad y, con énfasis, el odio al de al lado, la transformación del compañero en competidor. No sé si Galeano es un genio, no lo creo. Un genio fue Marx. Galeano es un hombre que teniendo, claro está, un coeficiente intelectual y un nivel cultural mucho más alto que la media, tiene una sensibilidad social tan exagerada que se confunde con ridícula y utópica. Sin existiera un coeficiente de sensibilidad, yo no conozco a nadie que lo supere.
Eso sí, terminar un libro de Galeano no deja de ser un alivio. Sí, es como que a medida que uno va devorando las páginas repletas de críticas a todo lo que el capitalismo hace nacer y morir, carga con una mochila muy pesada por el hecho de estar de acuerdo pero también por el hecho de sentirse un poco solo. Sentirse como eso, como alguien que está de acuerdo y punto. Terminar el libro es recomenzar a vivir la realidad que me tocó y que no puedo (y tampoco quiero del todo) cambiar. Es volver a comprar algún producto porque me compró su publicidad, es cerrar la ventanilla del auto cuando se asoman caras portadoras de crimen, es sentarme a ver Rocky o Terminator III.
Hoy, en 2012, terminé el libro que Galeano terminó de escribir en 1998. Que el mundo sigue Patas Arriba es indiscutible pero de todas formas creo, aunque esto sí pueda ser mucho más opinable, que hay señales que ponen de manifiesto la debilidad del centro hegemónico, debilidades generadas en gran medida por los grupos         molestos y disconformes que, dentro de su limitado radio de acción, han ido carcomiendo sin prisa pero sin pausa, algunos de los cimientos que sostenían esa sociedad de fin del milenio fundada en la injusticia y la sonriente hipocresía. Por supuesto que no podemos dejar de lado las crisis socioeconómicas que el sistema sufrió desde el 1998 hasta la fecha, crisis en las que poco tuvieron que ver estos grupos reivindicadores del valor del ser humano sino que fueron fruto exclusivo de la dinámica capitalista. 
En resumidas cuentas, hoy en día uno observa, pocos pero observa al fin, que algunos acontecimientos hacen soñar con la idea de un mundo menos parecido al maldecido por Galeano en su libro. Por eso, y aún por supuesto, inmersos en esta sociedad individualista, predicadora del consumo y la violencia enmascarada y escondida, especializada en la uniformización de los valores y la estupidización de la ideas; es que podemos decirle a Galeano que hay algún motivo para ensayar una mueca de esperanza. Porque él mismo lo dijo en el libro: podemos dejar el pesimismo para tiempos mejores.

1 comentario:

  1. A Galeano lo he descubierto hace poco y no puedo hablar mucho de él.
    Estoy en los inicios de "Espejos".

    Por cierto, os invito a que visitéis mi blog:

    http://laqueescribe-nena.blogspot.com/

    Un saludo, Ester

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