martes, 6 de marzo de 2012

¿El contenido o la forma?

Todos los carnavaleros de ley concuerdan que la madrugada en la que se dan a conocer los conjuntos clasificados a la Liguilla es, sin dudas, el momento más vibrante de nuestra fiesta popular después de la “Noche de los Fallos”.
Bien, sabido es que existen una gran cantidad de rubros (maquillaje, disfraces, voces, letras, etc) que el jurado tiene en cuenta a la hora de determinar los conjuntos que continúan. Luego de otorgarle un puntaje a cada agrupación en todos los rubros correspondientes (que varían según la categoría), se procede a realizar la sumatoria de todos los puntos alcanzados por los conjuntos y a partir de allí se establece quiénes clasifican a pelear por la corona del Carnaval.
También sabido es que existen tantos rubros como cuestionamientos acerca de la subjetividad con los que estos rubros son ponderados uno por encima de otro. Pero como no tengo la suficiente información para expresar una posición clara (y me molestan las opiniones tibiecitas), no puedo cuestionar directamente la totalidad de los métodos para la elección de los conjuntos clasificados y luego, ganadores. Eso sí, a partir de un caso particular, me gustaría expresar un profundo desacuerdo sobre la Liguilla de este 2012.
La Mojigata no entró a la Liguilla. Una de las pocas murgas que cultiva el escaso hábito de pensar no sumó los suficientes puntos como para ser una de las mejores once murgas del Carnaval 2012. Entre tanto conjunto de letra fácil, aplauso vacío y crítica light, parece que al honorable jurado le pareció mejor no complicarse con una murga que dice las cosas entreveradas y que no se esfuerza por cumplir bien con todos los requisitos que el reglamento establece (en la jerga carnavalera, esto se llama “rubrear”).
El espectáculo de La Mojigata se llama “Cuentos infantiles” y se desarrolla en la época monárquica (siglos XV, XVI, XVII). El cuplé del “bosque oscuro”, en referencia a las zonas en las que viven los ladrones del informativo, está enfocado desde la desigualdad de oportunidades y la tergiversación de las noticias por los medios de comunicación. El siguiente cuplé trata sobre cómo educar a la hija del juglar, en donde se plasman con gran inteligencia las contradicciones entre un hippie antisistema y su hija que nació en el planeta del “Consumo… luego existo”. Otra punto alto de la actuación es la llegada de la “democracia”, momento en el que se inicia el llamado Estado Liberal (históricamente hablando).
Se le pueden criticar muchas cosas a La Mojigata. Es una murga elitista y eso es indiscutible; solo la élite intelectual la puede comprender (por ejemplo este año requiere de un conocimiento histórico no preciso pero sí amplio). Creo que esa tendencia a decir las cosas desde un ángulo distinto al resto la hace fascinante para unos pocos pero imposible para otros muchos. Hasta los chistes, a veces, pierden su gracia original por estar enredados en una trama de ideas maravillosas pero sumamente rebuscadas. Eso sí, si algún lector pretende aprender cuando vaya al tablado, vaya cuando esté La Mojigata. Dictan clases de materias varias por ochenta pesos. El tema es, cuánta gente que va a un tablado está dispuesta (y capacitada) a estar toda la función con los oídos clavados en las voces y el cerebro conectado con las letras. Los que saben de murga en serio, dicen que cantan mal. Yo que de canto no entiendo ni media, me limito a decir que me parecen débiles las voces. Ni les digo la opinión del viejo murguero enamorado de las voces roncas y profundas; no le vas a comparar la manga de gurises locos de La Mojigata con el murgón de los Curtidores (la mierda que cantan bien eh!).
Pero volviendo al tema de discusión, ¿las once murgas que entraron tienen un mejor espectáculo que La Mojigata? Va otra, ¿hay alguna que tenga una idea más original y un texto más inteligente? ¿Tan poca importancia se le da al contenido? ¿Importa más lo que se dice o cómo se dice? ¿Contenido o forma? Parece que la forma prevalece, ateniéndose a los resultados del cinco de marzo.
En fin, creo que el Carnaval se pierde de tener en su definición al conjunto más creativo y profundo (en letras) de todos los participantes. Se pierde de una murga que se hace la viva e invita a recogerse a cada rato, entre tanto texto digerido o absolutamente superficial camuflado en voces poderosas (y a veces ni tanto). Pero sobre todo la definición de este Carnaval se pierde a una murga que le hace la burla, se pierde a una murga que no le interesa estar en la definición si eso conlleva abandonar su estilo. Que nunca abandone su estilo, que sigan ganando las otras.




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